Nunca pensamos que podríamos sentirnos como Robison Crusoe pero lo cierto es que existen lugares donde puedes viajar a una playa desierta. La verdad es que esta experiencia nos llegó sin buscarla, y todavía eso la hace más épica. Era nuestra segunda vez en el archipiélago de Vava’u, formado por 61 islas y perteneciente al Reino de Tonga, así que decidí buscar alguna actividad o alojamiento distinto para no hacer lo mismo que en nuestra primera visita. En el viaje anterior pasamos una semana en la isla principal, llamada Neiafu, así que decidí buscar una isla pequeña con playa arenosa a un precio más o menos asequible.
Buscar información de Tonga por internet no es fácil, la mayoría de alojamientos no tienen páginas web y, en ocasiones, no reservan por adelantado. Y cuando encuentras información resulta que los precios y condiciones no están actualizados… Lo primero que se cruzó en mi camino fue una Lonely Planet del Pacífico Sur. La noche antes de volar hacía la capital de Tonga, llamada Nuku’alofa, dormimos en Auckland a través de Airbnb y la anfitriona tenía la guía en el comedor… ¿casualidad? Tomé algunas fotos de información que me llamó la atención.
Para nuestra sorpresa al sentarnos en el avión, que hacía la ruta Auckland-Nuku’alofa, justo en nuestra misma fila se sentó a nuestro lado un chico de Ibiza. ¿Cuántas posibilidades hay que personas de la misma nacionalidad se crucen en un vuelo hacía uno de los destinos más lejanos de su lugar de origen? ¿Cuántas posibilidades que, además, caigan sentados en la misma fila? ¿Y cuántas posibilidades que ese chico lleve justo un año viviendo en una isla del archipiélago de Vava’u? Pues sí, las probabilidades existen y cuando se organizan para suceder indican que algo bueno está por el llegar. Cómo os imagináis nos pasamos el vuelo comentando: qué hacía un ibicenco en Tonga desde hace un año y cómo nosotros habíamos viajado dos veces a ese país remoto en tan solo 5 meses. Resulta que él estaba en una isla regentada por españoles: Tapana Island. Apunté el nombre en mi móvil, lugar donde guardo y organizo toda la información que mi cabeza no es capaz de retener después de varios meses viajando.
Una vez en la capital de Tonga, y pasados unos días de nuestra llegada, me puse a revisar toda la información que tenía y quedaron dos opciones: Tapana Island y Mafana Island, ésta segunda salía de la Lonley Planet y, después de comparar, me parecía la opción más económica. Y así fue como decidimos escribir un mail para reservar en Mafana Island Beach Backpackers, un eco-resort en una playa de la isla de Mafana. El acceso es a través de un barco (15TOP por persona y trayecto) que nos recogió en el puerto antiguo de Neiafu.
El lugar, por lo que habíamos leído, pintaba bastante auténtico. Sin electricidad y con baños de cubo y arena. Nos avisaron que teníamos que llevar nuestra propia comida y bebida para pasar los días que fuéramos a estar allí. Así que sin nevera decidimos comprar cosas que se mantuvieran bien: latas de atún, tomates, noodles, patatas, cebollas, piña en lata, manzanas, huevos y algunas cosas más para pasar tres días completos. Sabíamos que se podía cocinar gracias a un horno y fogón a gas.

El 8 de septiembre cuando nos dirigíamos al puerto sabíamos que íbamos a pasar unos días de tranquilidad y sol pero no nos podíamos ni imaginar lo que acabó sucediendo. El barquero nos dejó en la playa donde se encuentra el resort, nos explicó cómo funciona todo y, para nuestra sorpresa, se marchó. Sí, como leéis, nadie se quedó con nosotros en la playa. Habían 4 cabañas y solo estábamos nosotros alojados.

Y aquí es cuando entre flipando y extrañados nos dimos cuenta que íbamos a tener una experiencia increíble: ¡pasar tres días completamente solos en una playa desierta! Y, por supuesto, sin cobertura.
Viendo el tamaño de la playa puedes pensar ¿debe ser un poco aburrido, no? y eso es justamente lo primero que pensé después de estar allí las dos primeras horas. Pero sorprendentemente llegamos a estar tan ocupados como nosotros quisimos estarlo. Alberto cortó cocos, hizo fuego como un auténtico superviviente y mantuvo vivo el fuego los tres días, algo que requiere muchísima atención. Buscar leña seca y no dejar que el fuego se apague acapara tiempo. Tampoco le faltó intentar pescar en varias ocasiones aunque en este punto no tuvimos tanta suerte. Yo me dediqué a hacer snorkel, a pasear por la costa rocosa cuando la marea estaba baja y a hacer fotos.
Teníamos dos kayaks y podíamos caminar por dos caminos que llevaban a la otra parte de la isla. Pero tampoco nos olvidamos de descansar, de tomar el sol y de sentarnos frente al fuego en silencio.

Es cierto que puede que volvamos a Mafana Island Beach Backpackers en el futuro y tengamos compañeros de isla, hay varias cabañas así que estar solos fue una surte y coincidencia.
Nunca me había planteado estar en un alojamiento sin los dueños y, encima, ubicado en una playa de una isla remota en medio del Pacífico Sur. Cuando buscas este tipo de alojamientos esperas poder relajarte y disfrutar de la calma pero no habíamos valorado la posibilidad de estar completamente solos frente a la naturaleza y sin la posibilidad de realizar llamadas en caso de necesitarlo. La experiencia sin duda mereció la pena, te das cuenta que no necesitas mucho para estar feliz y en paz contigo mismo. De hecho, el último día decidimos hacer la lista de lo realmente imprescindible y estos fueron los utensilios ganadores:

El bañador no aparece ya que al estar solos no era esencial. No usas ni siquiera ropa, con una muda es suficiente sabiendo que la ropa te coge olor a una mezcla de leña quemada con sal de mar. Los días pasan muy rápido y te das cuenta que en un pequeño espacio puedes hacer muchas más cosas de las que hubieras imaginado.
Y después de esta experiencia me llevo varias cosas. La primera es cumplir una experiencia viajera increíble sin ni siquiera haberla planificado y la segunda es haber experimentado de lo que somos capaces estando completamente solos en la playa. Desde luego menos es más, tener poco agudiza el ingenio y el ser humano es único en saber buscar alternativas. Si no consigo sacar la carne al coco pues lo caliento al fuego a ver si así sale mejor y así vas haciendo, sin darte apenas cuenta, acciones que te demuestran que hasta el más cosmopolita sería capaz de despertar y vivir solo en el paraíso.
Si quieres saber más sobre el Reino de Tonga puedes leer más información aquí. Sin duda es uno de los países más auténticos que hemos conocido, por no hablar de la posibilidad de bañarse con ballenas jorobadas en libertad que ha sido la mejor experiencia de nuestra vida viajera.
Comentarios (2)
¡Qué pasada! La verdad es que cada vez cuesta más encontrar «experiencias diferentes» en el mundo viajero, pero sin duda, esta lo es.
Sin darme cuenta se me ha abierto la boca leyéndote jajaja y he pensado: ¿cuantas cosas sorprentes me quedarán por hacer?.
Gracias por compartir la experienciaa ♥️
¡Muchas gracias por el comentario!
Seguro que hay muchas experiencias esperándonos de las que no somos conscientes, es una maravilla! Solo hay que dejarse llevar 🙂