De mi voluntariado en Perú han pasado algunos años pero me he animado a escribir sobre mi experiencia por varios motivos. El motivo principal es que cuando viví esta experiencia no tenía blog así que lo escribo ahora para dar a conocer un proyecto real al mismo tiempo que puedo ayudar a otros que tengan dudas sobre si realizar un voluntariado.
Cuando empecé a buscar voluntariado no tenía claro el destino, estaba totalmente abierta y miré muchísimas opciones por el mundo: Nepal, India, Kenia, Senegal o Perú. De hecho miré proyectos sociales en muchos países y pedí información a todos ellos. Lo primero que me dejó alucinada… una persona voluntaria ha de pagar por ayudar. Y lo segundo que ya me desmontó… los precios que piden algunos proyectos son excesivos. En este punto me llegué a plantear dejar a un lado la idea del voluntariado y, como cada verano, hacer un viaje de placer. Pero no desistí y seguí buscando información hasta que di con el lugar perfecto: Hilo Rojo en Perú.
Hilo Rojo es una proyecto fundado por un peruano común, una persona normal, que quiso ponerse manos a la obra con el objetivo de ayudar a su pueblo. Por tanto, un proyecto pequeño, sencillo, sin grandes pretensiones económicas y directo sobre el terreno. Así que me di cuenta que lo mejor para realizar un voluntariado son proyectos así: pequeños, locales y directos.
Me decidí por Hilo Rojo, un proyecto que ayuda a la escolarización de niñ@s sin recursos en la zona de alto Trujillo. Hay alrededor de 150 niños con edades comprendidas entre los 3 y 15 años. Existen 3 niveles distintos en los que se agrupa a los pequeños por edades y nivel educativo. El objetivo principal es enseñarles a leer, escribir y contar. También las clases de inglés son un punto importante. Y las condiciones que ofrecían al voluntari@ me parecían a la par que interesantes muy justas. Los fines de semana quedan libres y el precio a pagar por vivir en el proyecto es justo y asequible para cualquier bolsillo (te cuento más sobre esto a continuación). Además el tema del idioma era un plus, el hecho de que el proyecto, familias y niñ@s hablen español no dejaba de ser un plus ya que me permitía disfrutarlo de una forma muchísimo más cercana sin ninguna barrera idiomática.
Perú siempre me había llamado la atención así que decidí dividir mi tiempo entre el voluntario y conocer el país. Además el proyecto está ubicado en Trujillo, una ciudad al norte de Lima que no suele estar en las rutas de viaje pero que ofrece muchísimas visitas de interés sobre diferentes culturas pre-incas que existieron en Perú. Mi aportación consistía en ir cada día a la escuela del proyecto situada en el distrito de la Esperanza para ayudar a la profesora oficial a gestionar la clase por grupos. Hilo Rojo tiene una profesora en nómina ya que los niños necesitan cierta estabilidad, está muy bien que vayamos como voluntarios pero nosotros vamos por un tiempo determinado y los niñ@s necesitan a alguien que siempre esté allí gestionando la evolución y realizando seguimiento de su educación. Por este motivo el voluntari@ adquiere tareas de ayudante, se le permite participar en todo y aportar nuevas ideas, incluso proponer temáticas y clases, pero debemos tener en cuenta que en realidad «estamos de visita» así que lo lógico es que siempre sea la profesora y los gestores del proyecto quienes repartan tareas y tomen las decisiones finales.
Todos los voluntarios dormíamos en una casa en la ciudad de Trujillo de manera que cuando acabas las horas en la escuela te queda la tarde libre para recorrerla. El hecho de convivir hace que además del proyecto y todo lo que ello aporta a nivel personal acabes haciendo amigos realmente importantes, os lo digo por experiencia. Como es lógico el voluntario@ ha de cubrir ciertos gasto. En proyectos pequeños hemos de entender que quizás tengamos que aportar algo económicamente hablando pero siempre dentro de la lógica que estamos dedicado nuestro tiempo, el cual vale muchísimo dinero. En Hilo Rojo pagué 56€ a la semana por el alojamiento y tres comidas diarias de lunes a viernes. Allí vivía de lunes a domingo pero solo había proyecto cinco días a la semana, de manera que el día salía 8€ con alojamiento y comidas incluidas los días de proyecto y solo alojamiento los fines de semana. Muy razonable teniendo en cuenta que hay una persona encargada de realizar las comidas y de mantener los espacios de la casa limpios, en el precio se incluye wifi y ropa de cama además de la posibilidad de usar la cocina los fines de semana.
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Todos aquellos que estéis interesados en realizar un voluntariado con Hilo Rojo podéis contactarles y decirles que habéis conocido el proyecto a través de Explora La Bola y el coste diario será de 5€. Un total de 35€ por semana.

Después de comentar la parte económica, porque como voluntari@s no queremos sentirnos robados a nivel económico, voy a explicar mi experiencia personal. Esa que me acompañará para siempre y la que hizo que Perú siga estando en mi Top 3 de lugares en el mundo (y eso que llevo dos años viajando sin billete de vuelta conociendo lugares maravillosos del mundo). Llegué a la casa de la escuela en Trujillo y al principio fue un poco raro, había un grupo de españolas que llevaban días conviviendo y yo era la nueva y la que debía empezar a conocerlas. Una sensación normal que se fue pasando poco a poco, de hecho hoy sigo manteniendo contacto con la mayoría de ellas e incluso con alguna realicé viajes posteriores a otras partes del mundo.
La escuela… aquí me gustaría explicar muchísimas cosas pero al final lo más bonito es vivirlo en primera persona. La experiencia es preciosa pero también va acompañada de algunos momentos duros. Para mí uno de los peores momentos fue cuando un niño me preguntaba cada día, con insistencia, que día de la semana era. Yo no entendía esa obsesión por confirmar cada pocas horas si era lunes o jueves pero poco a poco fui entendiendo su realidad. El niño vivía con un estrés y miedo constante al fin de semana, esos dos días que quedaba libre de la escuela y que a diferencia de cualquier niño normal para el eran un infierno. No ir a la escuela significaba no estar ocupado fuera de casa, donde tenía una familia desestructurada y problemática, y también implicaba no tener asegurada una comida al día. En estos pequeños detalles es donde verdaderamente se encuentra el sentido de un voluntariado, ni las ropas sucias de algunos pequeñ@s o sus casas pobres son el verdadero motivo sino que es algo que va más allá de todo lo visible.
Otra de las cosas que realmente me impactaron es el trabajo que Hilo Rojo realiza con las familias. Aquí me di cuenta que ser pobre limita pero lo peor no es ser pobre sino que tu núcleo familiar no te empodere a cambiar el futuro al que estás destinado. Hay que tener en cuenta que algunas de las familias de los pequeños suelen ser analfabetas por lo que no encuentran sentido a que sus hij@s vayan a la escuela. En este contexto Hilo Rojo trabaja en hacerles entender lo mucho que puede mejorar su futuro si dejan a los pequeños acudir de forma regular a las clases. Es curioso como con el mismo nivel educativo dos madres enfocan la vida de sus hijos de forma muy distinta… Mientras una quería que su hija aprovechara esta oportunidad de aprendizaje gratuita y que cambiara su destino otra madre veía que su hijo perdía el tiempo en la escuela. Mi experiencia fue ver como la niña mejoraba de forma notable y disfrutaba siendo una de las mejores estudiantes de la clase mientras el niño tenía déficit de atención y boicoteaba a sus compañeros en los momentos de realizar ejercicios. Esto me hizo ver como realmente la familia o entorno es la base de todo, me lo habían dicho muchas veces pero ahí lo vi claro.
Hilo Rojo también ha puesto en marcha un grupo de trabajo focalizado en las mujeres de la zona, con el objetivo de capacitarlas e incrementar su autonomía. Este proyecto se llama Mujeres tejiendo en Rojo. Mujeres libres y con autoestima son la clave para que ayuden a sus hijos a estudiar y vean posibilidades de un futuro distinto. Una vertiente dentro del proyecto en la que los voluntari@s también pueden aportar su granito de arena. Si quieres puedes ver más puedes ojear el instagram aquí.
Podría seguir explicando algunas cosas más pero creo que lo importante está dicho y todo lo demás forma parte de mi mochila de vida. Te animo a realizar un voluntariado, es una experiencia única y diría que hasta necesaria. Pero sobretodo creo que vale la pena hacerlo en proyectos pequeños y directos, donde veas que luchan cada día por mejorar realidades del mundo. Da igual el lugar o el foco del proyecto (personas, medio ambiente, animales, económica, etc.) al final se trata de ayudar de forma real, sin pagar de forma injusta y conocer de primera mano otras realidades que se dan día a día en otros rincones del mundo.
Si queréis saber más os dejo un vídeo que muestra con imágenes parte de lo que os acabo de explicar: